Diversidad, luchas y ecologismos en Venezuela. Posibilidades de traducción en la construcción de modos postcapitalistas

Diversidad, luchas y ecologismos en venezuela. Posibilidades de traducción en la construcción de modos postcapitalistas

Por: Liliana Buitrago

No. 1 Revista Territorios Comunes

 

Las luchas populares en Venezuela, como en América Latina, se encuentran profundamente marcadas por sus dinámicas territoriales y la defensa de las posibilidades de reproducción de la vida. Estas disputas reflejan las actividades y prácticas económicas y socioculturales por las que fueron cercados los pueblos y naciones[1], como consecuencia de la “división internacional de la naturaleza”[2], que relega a Venezuela a la función de proveedor de materias primas, con profundas consecuencias sociales y culturales[3].

Los movimientos populares en Venezuela son diversos en la constitución de sus campos de lucha. Esta diversidad incluye un anclaje cultural importante[4], movilizaciones estudiantiles[5], luchas feministas[6] y luchas ambientales[7] focalizadas en conflictos socioecológicos puntuales territorializados[8], entre otros. Todas estas luchas han estado confrontadas a la arremetida neoliberal sobre el continente, que comienza con intensidad en los años 80 y 90 y que parece intensificarse en los últimos 5 años.

En la década del 2000, esta arremetida encuentra límites importantes en Venezuela con el proyecto político que se despliega a partir de la llegada al poder del presidente Hugo Chávez, no sin algunas continuidades respecto a la implementación de políticas enmarcadas en la lógica de acumulación capitalista. Este proceso permitió la visibilización de actores políticos históricamente reprimidos en el campo de la opinión pública y la acción política, e hizo de las luchas de los movimientos populares sustento discursivo para la construcción de un proyecto de Estado. Las dinámicas de estos movimientos se encuentran expresadas en diversas formas institucionalizadas del Poder Popular. Todas parecen plantear en mayor o menor medida formas comunizantes[9] de reproducción de la vida, con sus contradicciones y conflictos propios, asumiendo algunas de ellas formas político-económicas territoriales que se encuentran dentro del marco institucional legal de la Revolución Bolivariana –tales como las comunas o los consejos comunales[10]– y conservando otras sus formas originales de organización[11].

Pensar que este entramado se despliega de forma homogénea no permitiría comprender la complejidad de la organización social hoy en día en Venezuela. Es así como la comuna combina la constitución que el marco legal le proporciona con formas del hacer cotidiano relacionadas con las dinámicas económicas y productivas de la vida, que toman forma de cooperativas campesinas, colectivos urbanos, frentes populares comunicacionales, campañas, comunidades indígenas, colectivos feministas, entre otras organizaciones. En esta diversidad se desarrollan procesos de institucionalización más o menos jerárquicos, con tiempos de tomas de decisiones variables.

Sin embargo, las limitaciones históricas de articulación de estos movimientos y las dificultades de traducción de sus visiones, agendas y programáticas siguen siendo discusión permanente en asambleas o espacios comunes de debate. Los movimientos y organizaciones populares del chavismo en Venezuela han llevado a cabo un proceso de institucionalización desde arriba en co-construcción con el Gobierno, con el horizonte de la territorialización de su accionar desde abajo. Estos procesos complejos se encuentran enmarcados por las contradicciones propias de las disputas por la construcción de hegemonías.

El presente artículo tiene como objetivo analizar algunas de estas luchas, en especial hacer un recorrido por nociones y formulaciones propuestas por los movimientos populares venezolanos que, a nuestro juicio, pueden sustentar la construcción de modos postcapitalistas. Las mismas podrían contribuir a enriquecer el horizonte de los debates ecologistas, en tanto plantean lógicas para la reproducción de la vida “exteriores” al capitalismo[12]. Usualmente, estas nociones y sus fundamentos epistémicos quedan relegados a un segundo plano, tanto desde los movimientos como desde las políticas públicas.

Para los movimientos ecologistas, todo conocimiento sobre las luchas populares es clave ante los desafíos actuales, asumiendo que todo actor social es un actor ecológico, parafraseando a Aldana[13], cuando señala que “todo actor social es un actor climático” (en referencia a la crisis climática actual). Por ello es vital entender cada lucha como propia en el intento de traducir[14] las luchas populares entre sí.

 

La diversidad en las luchas populares y la reproducción de la vida.

 

Si hay movimientos que han sido desarticulados, invisibilizados y deslegitimados históricamente a nivel global, estos han sido los movimientos campesinos. El negocio de la alimentación en el mundo es –con el de las armas y la medicalización de la vida y la salud (la industria farmacéutica)– uno de los principales motores de la economía capitalista mundial. Por ello, el núcleo de producción de los alimentos ha sido desplazado de la comunidad a la industria, tanto en lo económico como en lo cultural. Sigue siendo ignorado por la mayoría de quienes comemos que, para el 2014, alrededor del 80% de los alimentos era producido por la agricultura familiar[15] y que la propuesta desarrollista de los monocultivos, los paquetes tecnológicos agroindustriales, las semillas híbridas y transgénicas y los agrotóxicos, entre otros, son mecanismos de control sobre la vida de las personas[16]. El movimiento social Vía Campesina acuñó el término de soberanía alimentaria[17] como respuesta a las medidas de securitización de la alimentación, marcando una diferencia con el concepto de “seguridad alimentaria” como constructo de organización social. Hoy en día, la soberanía alimentaria está relacionada directamente con la forma de producir los alimentos y con las relaciones sociales que se construyen en torno a ello. Por esta razón no basta producir alimentos. Lo que comemos debe llevar el plus de ser saludable y ser producido tecnológica, cultural y políticamente de forma soberana.

En Venezuela el movimiento popular campesino ha avanzado de forma local en la consecución de esta soberanía en términos tecnológicos, como ocurrió con la experiencia de Proinpa[18]; en términos normativos, con la consecución de la Ley de semillas por el movimiento homónimo, en debate constituyente popular[19]; en términos territoriales, con el movimiento Semillas del Pueblo y el Plan Popular de Semillas[20]; en términos culturales, con la consecución de la declaración patrimonial de semillas campesinas, indígenas y afrodescendientes; en términos de distribución alimentaria, a través de experiencias de organización entre consumidores y productores de forma directa y sin intermediación del mercado capitalista[21]; entre otras experiencias. Muchos de estos avances son pequeños, locales, desde abajo y con una intervención mínima del Estado.

Es decir, hay una construcción popular de soberanía en la praxis que rescatar, visibilizar y analizar. Todo ello no niega que existen condiciones en contra de estas prácticas en los territorios campesinos y que la histórica carga de criminalización y la deslegitimación de sus saberes sigue siendo un hecho, en especial en la aplicación de medidas y políticas bajo el paradigma del desarrollo y la eficiencia tecnológica. No obstante, su existencia y sus maneras de reproducción de la vida a través de la multiplicación de semillas y las relaciones con la tierra y las comunidades de forma soberana indican que hay un diálogo necesario con los mismos.

Otros de los movimientos que requieren atención a los propósitos del fortalecimiento y la construcción de los ecologismos son los movimientos populares de las mujeres en Venezuela. La literatura abunda en el caso de la descripción de los mismos y, en los últimos años, las reivindicaciones y causas de lucha también. En particular nos interesa el énfasis sobre la vida que hacen en sus diversas corrientes movimientos como los de la libre interrupción del embarazo, el parto humanizado y el derecho de las mujeres sobre sus cuerpos, así como los colectivos que reivindican y politizan el amamantamiento humano. Nótese que incluso, en los términos utilizados por las organizaciones sociales, hay una lectura política profunda sobre la concepción de sus prácticas y sobre los cuerpos.

Para estos movimientos populares, no es posible una revolución si no es despatriarcal, basada en la defensa de los cuerpos y prácticas de las mujeres. Esto ha implicado un despliegue de estrategias de formación que van desde congresos de mujeres, talleres comunitarios populares, micros y documentales, programas de radio, planes nacionales de formación, entre otras. Experiencias de este tipo son los colectivos X mas Postnatal, Lactarte[22], Rias[23], La Araña Feminista[24], la Escuela Popular de Feminismo, La Candanga[25] entre muchos otros, cuya lectura sobre los cuerpos expresa avances en la generación de cambios en los paradigmas de organización de las prácticas de las mujeres en los territorios, con una carga importante de la política del cuido y por tanto de la feminización de la política. Una feminización que implica, como lo señalan Federici[26] y Paredes[27], una revisión de las formas de reproducción del cuido y la vida en la comunidad.

Al mismo tiempo del Movimiento Popular por la Ley de Semillas, los movimientos por el libre acceso al conocimiento presentaron, en el año 2014, un proyecto de ley que requiere atención[28]. En lo que respecta al campo de los conocimientos, en Venezuela la actividad de movilización, propuestas y co-construcción de gobierno de estos movimientos han conseguido proponer marcos legales y estrategias de formación popular y académica diversas, siendo quizás uno de los sectores que ha articulado con impacto estructural a otras organizaciones en sus luchas[29]. El mismo hace énfasis en uno de los procesos medulares condicionantes de la organización de la vida moderna: la privatización y mercantilización del conocimiento. En las discusiones en el seno de otros movimientos se señalan estrategias de extracción de saberes por parte del mercado capitalista: conocimientos sobre el amamantamiento humano, sobre la conservación y multiplicación de semillas, sobre la medicina ancestral, entre muchos otros. Si pensamos estos saberes como base de la vida, su mercantilización y privatización sólo posibilitan el control sobre la misma, en una operación de dependencia interminable del sistema capitalista.

 

Aportes al debate de los ecologismos en Venezuela: nociones y formulaciones estructurales para las construcciones postcapitalistas

 

Al explorar las apuestas centrales de los movimientos populares venezolanos descritas, podemos destacar algunas nociones y formulaciones estructurales para las construcciones postcapitalistas por venir que, a nuestro juicio, pueden contribuir y enriquecer el horizonte de los debates ecologistas:

 

  • La noción de soberanía como una noción visibilizadora de las relaciones sociales de producción, implícitas a las mercancías que consumimos (como los alimentos) y con énfasis sobre la cualidad de esas relaciones.

 

  • La desmedicalización y desindustrialización de los saberes populares (semillas, amamantamiento humano, partería, concepciones sobre los saberes y conocimientos científicos, etc).

 

  • Un cambio paradigmático sobre la noción de territorio que parte y pasa por el cuerpo, los afectos y el cuido. Este cambio no estaría enfocado en variables centradas en el paradigma economicista hegemónico, ni en una visión institucionalista estatal y de nación, que predominan en la definición de los territorios.

 

  • La visibilización y discusión de la multidimensionalidad y posible interseccionalidad de las luchas en los territorios, que podría ampliar la posibilidad de traducciones desde las diversas culturas y campos.

 

El horizonte del logro de la justicia social con justicia ambiental es un tema estructural que requiere debate y en especial un diálogo profundo entre las diversas luchas populares.

El imaginario de un futuro catastrófico, apocalíptico, pareciera ser un relato ficcional no atado a las subjetividades modernas y las condiciones de reproducción de la vida en las ciudades. Esta ficcionalización de la crisis ambiental[30] es reforzada por los medios de comunicación, por la exclusión de la dimensión ambiental en los debates de algunas luchas urbanas, las limitaciones geográficas para acceder a algunos territorios en conflictividad ambiental o la censura en la opinión pública sobre esta dimensión. Ello limita la posibilidad de evaluación de los impactos de la crisis socioecológica en la cotidianidad de las localidades.

Las condiciones de reproducción de la vida “parecen” desvinculadas a problemáticas como la crisis climática, los desarrollos mineros a gran escala, la calidad del agua en general o la contaminación y los conflictos socioecológicos, a pesar de que existen confrontaciones directas a estas problemáticas en los territorios.

Las luchas socioecológicas actuales (y por venir) se encuentran confrontadas con el neoliberalismo en pleno despliegue en la región latinoamericana[31]  y en una encrucijada en donde el apoyo del Estado no resulta contundente, como lo fue en Venezuela para la potenciación de la capacidad de agencia de los movimientos, en el caso de las luchas contra las semillas genéticamente modificadas (que derivó en ley) o los avances en la consecución de algunos de los derechos de las mujeres. Sin embargo, los ecologismos tienen en estas luchas referentes estructurales territorializados, en sus fundamentos teóricos y sus praxis, que asoman posibilidades de diálogo. Y en el otro sentido, estas luchas tienen en la dimensión socioecológica de los conflictos espacios de identificación. ¿Cómo reconocerlos?

Aún cuando los impactos socio-ambientales del extractivismo han generado alianzas de varios ámbitos de la sociedad para resistirlo, culturalmente siguen generando relacionamientos alienantes e impone límites para la articulación de las luchas sociales post-capitalistas. En este escenario, ¿cómo lograr una traducción entre ellas que conlleve a una lectura interseccional de las mismas? ¿Qué elementos escapan al tiempo de la coyuntura y atienden a la posibilidad de construcciones hegemónicas (o no), emancipadoras, que apunten a la vida y no a la muerte impuesta por el sistema capitalista? Una mirada a las respuestas que puedan darse desde las apuestas sociales de los movimientos populares es factible y contribuye a deconstruirnos en nuestra cotidianidad para levantar nuevas posibilidades de existencia.

 

Fuentes consultadas

 

Aldana, Daniel. Hacia un “social backcast” de las políticas urbanas del cambio climático. Ponencia. III Simposio Pensar la ciudad Realidades, procesos y utopías. Celarg- IDEA-IVIC: Caracas. 2016

 

Antillano, Andrés. De la democracia de la calle a los consejos comunales: la democracia desde abajo en Venezuela. En: López, Luisa. Molina, Martín. Pardo, Daniel. Piedrahita, Jonathan. Rojas, Laura. Tejada, Natalia. Zelik, Raul. ¿Otros mundos posibles? Crisis, gobiernos progresistas, alternativas de sociedad. Fundación Rosa Luxemburg: Medellín. 2012.

 

Carosio, Alba. El feminismo Latinoamericano y su proyecto ético-político en el siglo XXI. Revista Venezolana de Estudios de la Mujer: Caracas. 2009

 

Coronil, Fernando. El Estado mágico. Naturaleza, dinero y modernidad en Venezuela. Nueva Sociedad: Caracas. 2002.

 

De Angelis, Massimo. Enclosures, commons and the ‘outside’. En: Bond, Patrick. Chitonge, Horman. Hopfmann, Arndt.  The Accumulation of Capital in Southern Africa. Rosa Luxemburg Foundation: Johannesburg. 2006.

 

De Sousa Santos, Boaventura. Descolonizar el saber, reinventar el poder. Ediciones Trilce: Montevideo. 2010.

 

FAO. Agricultores familiares: Alimentar al mundo, cuidar el planeta. 2014. Disponible en: http://www.fao.org/resources/infographics/infographics-details/es/c/272983/

 

Federici, Silvia. Revolución en punto cero: trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas. Traficantes de sueños: Madrid. 2013.

Gago, Verónica. Stulwark, Diego. La temporalidad de la lucha social en el fin de ciclo “progresista” en América latina. Euronomade. 2016. Disponible en: http://www.euronomade.info/?p=7862.

García-Guadilla, Maria Pilar. Ciudadanía y autonomía en las organizaciones sociales bolivarianas: los Comités de Tierra Urbana como movimientos sociales. Cuadernos del CENDES: Caracas. 2007.

 

Gargallo, Francesca. Feminismo latinoamericano. Revista venezolana de estudios de la mujer: Caracas. 2007.

 

López Sánchez, Roberto. Fundamentos teóricos para el estudio de los movimientos estudiantiles en Venezuela. Espacio Abierto: Maracaibo. 2005.

 

Paredes, Julieta. Hilando fino: Desde el feminismo comunitario. Comunidad Mujeres Creando Comunidad: La Paz. 2010.

 

Pérez, Mónica.  Felicien, Ana. Saturno, Silvana. Semillas del pueblo. Luchas y resistencias para el resguardo y reproducción de la vida. La Estrella Roja. Fundación Editorial el Perro y la Rana: Caracas. 2017.

 

Rey, Enrique. Pensar lo común hoy: Los bienes comunes en la construcción del socialismo del siglo XXI. En: Fréitez, María Eugenia. Rossell, María Claudia. Alves, Johanna Marianny. Granda, Indira. Jóvenes, cultura productiva y nuevo poder. Códigos libres. Tiuna El Fuerte. Cultura Senda: Caracas. 2015.

 

Terán Mantovani, Emiliano. Las nuevas fronteras de las commodities en Venezuela: un nuevo salto del extractivismo en el “tejido de la vida”. Ecología Política: Barcelona. 2016.

 

Tinker Salas, Miguel. Una herencia que perdura, petróleo, cultura y sociedad en Venezuela. Editorial Galac: Caracas. 2013

 

Zelik, Raúl. De constelaciones y hegemonías. Sobre la necesidad de diferenciar

entre gobiernos alternativos y políticas de emancipación. En: López, Luisa. Molina, Martín. Pardo, Daniel. Piedrahita, Jonathan. Rojas, Laura. Tejada, Natalia. Zelik, Raul. ¿Otros mundos posibles? Crisis, gobiernos progresistas, alternativas de sociedad. Fundación Rosa Luxemburg: Medellín. 2012.

[1] Para De Angelis (2006), entre otros autores, los cercamientos o “enclosures” se corresponden con una estrategia de acumulación del capital que implica la separación entre las personas y sus condiciones de vida, a través del desmantelamiento, la fragmentación y la destrucción de los comunes. Esta estrategia se encuentra hoy en día enfocada en aquellos bienes comunes no mediados o cooptados por el mercado. Estos cercamientos producen disputas que son barreras para el capitalismo y la fuerza constituyente de nuevas formas sociales de relación exteriores al capitalismo.

[2] Coronil, Fernando. El Estado mágico. Naturaleza, dinero y modernidad en Venezuela.

[3] Tinker Salas, Miguel. Una herencia que perdura, petróleo, cultura y sociedad en Venezuela.

[4] Antillano, Andrés. De la democracia de la calle a los consejos comunales: la democracia desde abajo en Venezuela.

[5] López Sánchez, Roberto. Fundamentos teóricos para el estudio de los movimientos estudiantiles en Venezuela.

[6] Gargallo, Francesca. Feminismo latinoamericano. Carosio, Alba. El feminismo Latinoamericano y su proyecto ético-político en el siglo XXI.

[7] García-Guadilla, Maria Pilar. Ciudadanía y autonomía en las organizaciones sociales bolivarianas: los Comités de Tierra Urbana como movimientos sociales.

[8] Terán Mantovani, Emiliano. Las nuevas fronteras de las commodities en Venezuela: un nuevo salto del extractivismo en el “tejido de la vida”.

[9] En el sentido expresado por Rey, Enrique. Pensar lo común hoy: Los bienes comunes en la construcción del socialismo del siglo XXI.

[10] Antillano, Andrés. De la democracia de la calle a los consejos comunales: la democracia desde abajo en Venezuela.

[11] La división de estas formas es netamente pedagógica y no refleja que existan formas homogéneas de organización social. Al contrario se presentan alternancias y constituciones diversas.

[12] En el marco del  proceso de producción de un “afuera” alterno a las relaciones sociales del capital.

[13] Aldana, Daniel. Hacia un “social backcast” de las políticas urbanas del cambio climático;

De Angelis, Massimo. Enclosures, commons and the ‘outside’.

[14] En el sentido expresado por De Sousa Santos, cuando hace referencia a la traducción intercultural para la ecología de saberes. De Sousa Santos, Boaventura. Descolonizar el saber, reinventar el poder.

[15] FAO. Agricultores familiares: Alimentar al mundo, cuidar el planeta.

[16] Resulta de interés la lectura de todos estos procesos que desarrolla el Grupo ETC. Disponible en: http://www.etcgroup.org/es

[17] Sobre este concepto, véase el texto de la Vía Campesina ¿Qué es la soberanía alimentaria? Disponible en: https://viacampesina.org/es/

[18] Véase: http://proinpameridavenezuela.blogspot.com/

[19] Véase: http://semillasdelpueblovzla.blogspot.com/; Pérez, Mónica.  Felicien, Ana. Saturno, Silvana. Semillas del pueblo. Luchas y resistencias para el resguardo y reproducción de la vida.

[20] Véase: http://www.albatv.org/Hacia-el-Plan-Popular-de-semillas.html

[21] Destacan experiencias como Pueblo a Pueblo http://www.correodelorinoco.gob.ve/plan-pueblo-a-pueblo-parte-brazo-a-intermediarios-legumbres-y-verduras/; La Alpargata Solidaria http://kaosenlared.net/venezuela-la-alpargata-solidaria-las-soluciones-se-van-tejiendo-en-comunidad/; Feria Conuquera http://www.desdelaplaza.com/raiz/feria-conuquera-agroecologica-los-caobos/; Mano a Mano https://consumirdeotromodo.wordpress.com/; La Red Nacional de Trueque http://rednacionaldetrueke.blogspot.com/.

[22] Véase: http://pormaspostnatal.blogspot.com/

[23] Véase: http://infoseguraborto.blogspot.com/

[24] Véase: https://encuentrofeminista.weebly.com/

[25] Véase: https://lacandanga.wordpress.com/

[26] Federici, Silvia. Revolución en punto cero: trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas.

[27] Paredes, Julieta. Hilando fino: Desde el feminismo comunitario.

[28] Para un análisis detallado, véase: ¿Para qué una Ley de Acceso al Conocimiento Libre? (I). El libre acceso al conocimiento como estrategia nacional, de Santiago José Roca. http://conocimientolibre.cenditel.gob.ve/2014/11/18/para-que-una-ley-de-acceso-al-conocimiento-libre-i-el-libre-acceso-al-conocimiento-como-estrategia-nacional/

[29] Durante los “debates populares constituyentes” por la Ley de Semillas hubo una articulación estructural importante entre el movimiento por la Ley de Semillas y el Movimiento por el Libre Acceso al Conocimiento para la generación de la figura de licencias libres aplicadas a la semillas.

[30] Como una construcción dual que sobrepone otras dimensiones sobre la dimensión ambiental o que privilegia la representación de esta crisis como una posibilidad a futuro, desligándola de sus condiciones sociales y territoriales presentes.

 

[31] Este despliegue se caracteriza por “la precarización de los dispositivos de inclusión social” (Gago y Stulwark, La temporalidad de la lucha social en el fin de ciclo “progresista” en América latina) en países donde existen gobiernos de corte “progresista” como Bolivia o Venezuela –que se debaten entre contradicciones sociales estructurales no resueltas, cercos mediáticos internacionales y el colapso del sistema económico– o en países con gobiernos “conservadores” en la región como Brasil, Argentina, México o Colombia.  Para una lectura más allá de los sistemas políticos, recomendamos el análisis en clave de continuidades y discontinuidades que proponen Gago y Stulwark sobre el denominado fin de ciclo progresista. Nos parece igualmente fértil analizar las complejidades de la construcción de hegemonías o de propuestas emancipadoras en términos de su dinámica con el Estado y sus posibilidades de agenciamiento, como lo plantean Zelik y Antillano, a la luz de los límites de la democracia liberal, el carácter político de la movilización popular en Venezuela y los efectos de la institucionalización de las organizaciones sociales.

Autor

Liliana Buitrago

Investigadora, docente y artivista ecofeminista. Magister en Lingüística. Hace parte del ℙ𝕒𝕔𝕥𝕠 𝔼𝕔𝕠𝕤𝕠𝕔𝕚𝕒𝕝 𝕖 𝕀𝕟𝕥𝕖𝕣𝕔𝕦𝕝𝕥𝕦𝕣𝕒𝕝 𝕕𝕖𝕝 𝕊𝕦𝕣. She/her

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