La ecología política de las inundaciones y las consecuencias de nuestro estilo de vida contemporáneo

Emiliano Teran Mantovani

Observatorio de Ecología Política de Venezuela

 

Desde el mes de agosto hasta los últimos días del mes de octubre (momento en que se escribe esta columna), se han registrado variadas inundaciones, muchas de ellas de gran magnitud, generando numerosos daños e impactos en la población, dejando decenas de personas damnificadas, y con pérdidas económicas.

Los estados más afectados por las inundaciones en los últimos días han sido Amazonas, Anzoátegui, Barinas, Bolívar, Cojedes, Delta Amacuro, Falcón, Guárico, Miranda, Mérida, Monagas y Vargas.

Desborde del río Morere (municipio Torres, Lara). Captura de pantalla

Lógicamente, un aumento estrepitoso de los volúmenes de pluviosidad –por ejemplo, según el director nacional de Protección Civil, Randy Rodríguez, el lunes 22 oct. se superaron los 80 milímetros por metro cuadrado, lo que estaría cerca de la mitad del promedio nacional para este mes–, suele provocar inundaciones.

Onda Tropical 59 en tránsito por Venezuela. Destacan amplios sistemas de lluvias desde Bolívar, Sur de Anztg/Monagas/Guárico, partes de Barinas y Apure. Otros en LgoMcbo/NW Zulia, Ctro.Occidente, región central. Fuente: Twitter Protección Civil, 22 octubre, https://twitter.com/PCivil_Ve

Pero estos fenómenos no son sólo consecuencia de los “embates de la naturaleza”, como lo han dicho las autoridades en los últimos días, aunque recurren permanentemente a este argumento para explicar gran parte de los problemas socio-ambientales que vive el país.

La forma como ocurren y la intensificación de estos fenómenos son también causados por nuestro casi inercial modo de vida y el modelo de desarrollo extractivista que nos ha sido impuesto.

La deforestación, que siempre es mencionada como uno de los principales flagelos socio-ambientales que vive el país, también contribuye al incremento de inundaciones, al suprimir filtros naturales de las lluvias y dejar que el agua escurra sin ser detenida. Venezuela está entre los países con mayores niveles de deforestación del mundo, siendo provocada no sólo por la lógica expansiva y extractivista promovida por el gobierno nacional, sino del mismo modo por iniciativas particulares e ilegales de apropiación de bienes comunes (como la expansión de la frontera agrícola y ganadera, la extracción ilegal de madera, la minería ilegal o la invasión ilegal de bosques protegidos).

La enorme producción de basura en las ciudades del país y su terrible disposición, taponan no sólo quebradas y ríos, sino también los alcantarillados.

Las canalizaciones de agua (que se suelen hacer para iniciativas agrícolas o represar aguas), la intervención y desvío de ríos (y vean el desastre de Hidroituango en Colombia), o el insistir en construir infraestructuras en zonas que se están volviendo más vulnerables (promovidas no sólo por asentamiento improvisados sino incluso por “soluciones habitacionales” públicas y privadas), también se cuenta entre las razones de estas tragedias.

Crecida del río Zulia (municipio Catatumbo, estado Zulia). Captura de pantalla

Y en últimas, el cambio climático, que está incidiendo claramente en cambios en los patrones estacionales y probablemente nos va a llevar a fenómenos climáticos extremos. Cambio climático provocado por el modelo económico capitalista global, con sus principales responsables (EEUU, China, UE, Japón, etc.), pero en el cual también participan los países de Sur Global (por ejemplo con proyectos como la Faja Petrolífera del Orinoco o el Arco Minero en Venezuela).

Todo esto, lamentablemente en el debate público, es muy poco considerado, tanto por corrientes de derecha como de izquierda.

Muy al contrario (y aunque los líderes políticos prefieran hacer como las avestruces), tenemos que pensar en el plan B: ¿cómo gestionar la vida en un entorno en el que la normalidad es la alta inestabilidad climática?

Programas de reforestación de cuencas hidrográficas, manejos de estas de manera integradas (comunidades y pueblos con diferentes niveles de gobierno), fortalecimiento de la resiliencia para adaptarnos a los cambios por venir en el clima, preparación comunitaria para enfrentar estos desastres, transformaciones graduales de los usos de la tierra hacia formas más sostenibles e inclusivas y abandono de proyectos extractivistas depredadores, nuevas formas de habitar los territorios o la promoción de una cultura socio-política y eco-política del agua como un bien común, se cuentan entre algunas de las posibilidades de cambiar la situación de gran vulnerabilidad en la que se encuentran nuestros pueblos ante estos complejos escenarios socio-ambientales.

Comprendamos, con mayor conciencia, las señales que nos da la Tierra. No esperemos a tener el agua en el cuello.

 

Fotografía de encabezado: inundación en la autopista Francisco Fajardo, Caracas (22 de oct.)

Autor

Emiliano Terán Mantovani

Sociólogo de la Universidad Central de Venezuela, investigador/ activista y ecologista político, orientado a las luchas contra el extractivismo y por la justicia socioambiental en América Latina. Investigador/Profesor en el Centro de Estudios del Desarrollo CENDES-UCV. Miembro del Observatorio de Ecología Política de Venezuela. Master en Economía Ecológica por la Universidad Autónoma de Barcelona y candidato a Phd en Ciencia y Tecnología ambientales por la misma universidad. Ha colaborado con diversas iniciativas como el Atlas de Justicia Ambiental (https://ejatlas.org/) y el Panel Científico por la Amazonía (https://www.laamazoniaquequeremos.org/). Sus trabajos disponibles aquí: https://uab.academia.edu/EmilianoTeranMantovani

Ver todos los artículos de Emiliano Terán Mantovani

Compartir

Categorías

Etiquetas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *