El Ávila vive auge urbanístico sin precedentes al amparo del Estado

Por: Erick Camargo (Corresponsal OEP)

Para Observatorio de Ecología Política de Venezuela

El pueblo autóctono de Galipán está viviendo en estos momentos un auge de la construcción sin precedentes, en medio de la más profunda crisis económica nacional de los últimos tiempos. En un espacio con severas restricciones para la construcción, transporte de materiales y permisos de habitación, enclavado en un parque nacional, específicamente el Parque Nacional Waraira Repano, conocido como el Ávila, se puede comprobar un desarrollo urbanístico digno de ponerle atención.

Pero, ¿cómo es posible que en una localidad, dónde conseguir los permisos para reparar una poseta averiada puede tardar meses y requerir hasta un soborno -sabemos cómo es la cosa en este país para mover a cualquier funcionario- se viva un auge de la construcción?. Ahora vemos cómo crecen casas como hongos en un tronco caído, algunas son remodeladas de forma estrambótica, se construyen muros enormes, se levantan nuevos niveles en las casas ya construidas, llegando a observarse viviendas de hasta cuatro niveles y que además crecen en superficie.

Algo que nos llama la atención, y que pudimos observar además, es el uso de camiones militares para trasladar los materiales de construcción, camiones usados además por la empresa encargada de construir el nuevo teleférico, Alfa Mac, lo que revela quienes posiblemente sean los que se encuentran detrás de las construcciones, a pesar del uso de testaferros para los títulos supletorios de bienhechurías.

Gabriel Thomas, vecino de Galipán, ha denunciado que esas construcciones exceden lo establecido en el PORU (Plan de Ordenamiento, Reglamento y Uso), rompiendo con las limitaciones existentes sobre los tamaños de las casas, sobre el uso de maquinaria pesada en las inmediaciones del parque. También se quejan los vecinos y señalan que los materiales de construcción no sólo suben en transportes militares, sino que son escoltados por funcionarios de cuerpos de seguridad del Estado, prestando funciones de seguridad privada en uniforme.

Otra regulación violada por los constructores, es la referida a la condición de ser residente por más de diez años en el pueblo para poder construir, pero estas personas que construyen son desconocidas y recién llegadas.

Estas construcciones por supuesto causan molestia en los habitantes de Galipán, quienes sufren bastante intentando vencer la burocracia para hacer refacciones a sus pequeñas casas, pero ven cómo se construyen mansiones, castillos y edificios, impunemente, violando las reglamentaciones y al amparo de las fuerzas del orden público. Sin embargo de las autoridades de INPARQUES y del Parque Nacional nada se sabe, los funcionarios encargados de dar los permisos no hablan del tema y se hacen los locos.

En definitiva, el Ávila se ha vuelto el nuevo lugar de inversiones y residencias de los grupos empresariales, llamados enchufados, y funcionarios públicos de alto nivel, protegidos por agentes de la fuerza pública; no sólo evidenciado en estas construcciones, sino también en las obras del teleférico, las intenciones de subir la cota del parque y las iniciativas turístico-comerciales.

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Erick Camargo

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