La pobreza energética en el mundo mata a más personas que el COVID-19

Por: Alejandro López-González

Para Observatorio de Ecología Política de Venezuela

 

Actualmente, el 14% de la población mundial carece de acceso a la electricidad, esto es alrededor de 1100 millones de personas en todo el planeta. El 84% de estas personas viven en las zonas rurales remotas, fronterizas o aisladas de las regiones más empobrecidas de los países menos industrializados del mundo (África subsahariana, sudeste asiático, y América Latina). Aunque entre 2000 y 2016, el número de personas sin electricidad disminuyó en casi 1.200 millones, el progreso es desigual. En áreas como el África subsahariana, hay hoy aún más personas sin electricidad (588 millones) que en 2000 (518 millones), debido a la falta de políticas consistentes de electrificación rural. Esta situación también implica condiciones precarias para la cocción de alimentos. Actualmente unos 3.000 millones de personas continúan cocinando con sistemas contaminantes, como la quema de madera o carbón, que provocan cuatro millones de muertes prematuras anuales. Es decir, en nuestro mundo, la falta de gas natural o electricidad para cocinar implica que 3000 millones de personas cocinen con leña o carbón, provocando 4 millones de muertes prematuras por enfermedades respiratorias, al año. Muchísimo más que las muertes estimadas para este año, por COVID-19 y nadie ha declarado una pandemia por esta grave situación.

Para 2030, el acceso universal a la electricidad debería haberse logrado en todo el mundo, de conformidad con las disposiciones de la Conferencia de París de 2015. De esta manera, se pretende promover el desarrollo necesario para sacar a cientos de millones de personas de la pobreza, y la electrificación rural es una parte fundamental para mejorar el desarrollo socioeconómico sostenible de la población. Sin embargo, un reciente informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) revela que, si la trayectoria actual continúa, 2.300 millones de personas continuarán usando sistemas tradicionales para cocinar en 2030, perpetuando gran parte de los impactos negativos en la salud, el medioambiente, el clima y el desarrollo.  Particularmente, en el caso de la electricidad, si las políticas actuales y las tendencias de población continúan, en 2030 todavía habrá 674 millones de personas viviendo sin electricidad, el 8 % de la población mundial, alerta el informe. Realmente, no estamos haciendo nada para revertir este proceso a escala global, no hay ninguna emergencia, ni declaración de pandemia por muertes prematuras por enfermedades respiratorias por iluminarse con lámparas de queroseno, leña, carbón o por cocinas en espacios cerrados con biomasa, contaminante. Nada de eso es conocido y los cuatro millones de muertes prematuras anuales por este concepto, pasan absolutamente por debajo de la mesa.

En América Latina, persisten grandes extensiones territoriales donde no hay interconexión a la red eléctrica y la proximidad de una línea de transmisión a un centro de población rural tampoco garantiza ninguna conexión a la red para los residentes de esas áreas, especialmente dada la disparidad en los niveles de voltaje entre una conexión doméstica de 220 V y una conexión de alto voltaje, por ejemplo, 795 kV. Sin embargo, dentro de América Latina, los países andinos (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) han ido incrementando progresivamente el acceso a la electricidad, utilizando diferentes tecnologías a medida que modificaron el marco legal y regulatorio de sus programas de electrificación rural. Sin embargo, para considerar que se ha logrado una cobertura universal, el índice de electrificación rural debe ser superior al 97%, en general, este valor no se ha alcanzado en América Latina y, en particular, la región con la peor situación es en los países andinos. Como contraparte, los países andinos (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) tienen un enorme potencial para aprovechar las energías renovables. El 13% del potencial total de proyectos de desarrollo fuera de la red para sistemas eólicos en América Latina se encuentra en los países andinos, mientras que, en términos de energía solar fotovoltaica, representa el 18% del potencial latinoamericano. En términos absolutos, son 23 GW y 485 GW de potencial eólico y solar FV en proyectos fuera de la red, solo en los países andinos. Actualmente, se han incorporado tecnologías renovables en todos los países andinos en las fases más maduras de los programas de electrificación rural en las áreas de acceso más difícil.

Aunque, en Venezuela, estos sistemas han sido abandonados y se encuentran en deterioro progresivo, el camino ha sido iniciado y en los países andinos, como en Venezuela, se avanza hacia un pleno acceso a la energía, aún en las zonas más pobres del campo. Esta tendencia debe ser sostenida, cuidada y supervisada para lograr una mitigación efectiva de los severos efectos de la carencia de la energía en la salud de los campesinos andinos y venezolanos, en particular. Debemos recuperar las políticas de electrificación rural sostenible, iniciadas en Venezuela en 2005 y abandonadas en 2014.

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Alejandro López González

Doctor en Sostenibilidad (Cum Laude) de la Universidad Politécnica de Cataluña e Ingeniero Electricista

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