De la Pachamama al Wallmapu (resistiendo otro 12 de octubre)

Crédito foto: Vladimir Aguilar

Vladimir Aguilar Castro
Universidad de Los Andes
Grupo de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (GTAI)

«A (Pipo) Bartolomé Clavero Salvador, su obra jurídica es un legado a los pueblos indígenas del mundo para muchos años más de resistencia…».

Recorriendo la Abya Yala

Este escrito retoma las reflexiones recogidas en nuestro cuaderno de notas luego de haber estado recorriendo Perú, Chile y Colombia por un mes (septiembre y octubre). Ellas se cruzaron con varios acontecimientos importantes para los pueblos indígenas: el rechazo del plebiscito para una nueva constitución en Chile, la X Cumbre Amazónica, el XI Congreso de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), y la partida a mejores confines del maestro Bartolomé Clavero Salvador.

Por otra parte, al momento de terminar este artículo, culmina la primera vuelta electoral en Brasil con un triunfo del agronegocio y de los representantes políticos de los garimpos ilegales (mineros ilegales) en la Amazonía brasileña.

Los augurios de COICA

La noche era fría cuando llegamos a Lima el domingo 4 de septiembre.  Los augurios de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) harían de lo que se avecinaba nuevos comienzos o viejas regresiones. La COICA de hace cuatro años atrás, cuando la recibió Gregorio Mirabal su actual Coordinador General, no es la misma de ahora. 

Los vientos de nuevos desafíos embisten con las dificultades del momento presente. Acechos a los territorios indígenas, asesinatos a líderes y defensores indígenas, una pandemia sin precedentes y lo que es peor, una crisis climática que amenaza el sistema ecológico global en su conjunto.

La X Cumbre Amazónica 

La Iniciativa Amazonia por la Vida no era parte de una campaña electoral, sino de un desafío mayor de la especie humana de la que COICA es su fiel impulsor por encontrarse los pueblos indígenas amazónicos, que ella representa, en la primera línea de combate. La COICA, junto a otras organizaciones internacionales ambientalistas como la Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y Stand.Earth han lanzado está iniciativa, la cual se basa en la ciencia del no retorno, en el sentido de que sí se mantiene el proceso de deforestación actual en la Amazonía, se corre el riesgo de un cambio de su rol biológico cómo controlador del clima a escala global. La propuesta es detener esto a través de un conjunto de acciones antes del 2025 a objeto de evitar el punto de no retorno. 

En definitiva, se trata de proteger el 80 por ciento del bosque antes de esa fecha pues las cifras actuales hablan de un 18 por ciento de deforestación en la Amazonía. El principio es intentar la superación de un modelo de acumulación energética próximo a cumplir 200 años en el 2030. Los pueblos indígenas que según estudios de la ONU son quienes mejor protegen los bosques, a través de sus derechos territoriales están en ese camino de contención del extractivismo.

Es precisamente el llamado que se hizo desde esta Cumbre Amazónica, de la cual ha salido un Plan de Acción para los próximos cuatro años, a objeto de frenar un modelo energético de acumulación basado en el combustible fósil porque las ganancias son enormes. El compromiso fundamental debe ser el de avanzar hacia una transición energética que supere el modelo actual.

En el caso de Venezuela, lastimosamente el Arco Minero del Orinoco (AMO) ha sido un plan de profundización del modelo de acumulación energética en el país. En seis años que tiene de haberse implementado, sus efectos han sido devastadores desde el punto de vista cultural y ambiental. 

Si realmente hay un compromiso con la naturaleza y con la necesaria mitigación de la crisis climática global, urge que el gobierno nacional frene este plan declarando una moratoria de proyectos extractivos al sur del Orinoco, mediante una transición energética planificada y ordenada hacia un modelo alternativo.

El XI Congreso de COICA

Los intereses oscuros siempre hacen de la suyas. Es mucho lo que se jugaba en el congreso (nos dice uno de los hermanos indígenas delegados de Bolivia), y es poco lo que se advierte y reconoce decimos nosotros. 

Pero la polarización todo lo puede cuando lo intenta. Sin embargo, una nueva forma de hacer política debe ser su principal cortapisa. Fue esto finalmente lo único que quizás faltó en el evento electoral de la COICA, luego de cuatro días de aprobación unánime de los demás objetivos propuestos en la Cumbre y en el Congreso.

El rechazo a la constitución chilena y los nubarrones en la Abya Yala

Los resultados de rechazo a la nueva constitución chilena cargada de nuevos derechos emergentes, marco un primer augurio en el congreso de COICA. La constitución chilena no fue aprobada, entre otras cosas, por la incomprensión del catálogo de nuevos derechos (indígenas y ambientales entre otros), que en ella se reconocían. Y eso a las élites políticas siempre les produce urticaria. Sin duda, hay más razones históricas, económicas, políticas, sociales y culturales que dificultan una mirada simple “desde afuera”.

El problema no son los nuevos derechos que en definitiva son expresión de grandes luchas sociales. Ni siquiera las instituciones que son el resultado de largos lastres de colonialismos inconclusos. 

El asunto mayor es el experimento democrático que avanza mediante lógicas de poderes hegemónicos y contrahegemónicos, con manifestaciones políticas diversas que obviamente han transversalizado al movimiento indígena en la cuenca Amazónica, algo entendible al ser esta la región más extractiva del continente y quizás del mundo. Las fuentes de vida que allí se encuentran, pugnan con el expansionismo voraz de un modelo de acumulación energética completamente agotado que se niega a morir.

No era fácil mantener los resultados del plebiscito que inició un cambio político en Chile, a la aprobación de un nuevo texto constitucional. Lo primero no significaba un cheque en blanco para lo segundo. 

De los más recientes plebiscitos constitucionales en América Latina, el de Chile es el primero que se rechaza. ¿Por qué esta decisión de la mayoría de los electores chilenos?

Dicho de otra manera. Los triunfos electorales con candidaturas en su momento anti hegemónicas en Venezuela, Ecuador y Bolivia, trajo como corolario adecuaciones constitucionales a los nuevos tiempos de los derechos incorporados en su catálogo de dispositivos normativos. Al día de hoy, su cumplimiento o no es otro asunto que requiere de nuevos balances.

El caso de Chile viene a ser la excepción a esta regla. ¿Por qué? ¿Qué paso con la euforia de un electorado que optó por un cambio de la hegemonía de la clase dirigente y no dio el salto en la transformación del contrato social que la sostenía? ¿Cómo es que parte del mismo electorado que recientemente eligió al actual presidente de Chile, quien era fiel seguidor del Apruebo, voto en contra del (su) proyecto de Constitución? 

De nuevo, la polarización hace desmanes en el continente y es una muy mala consejera política. Si a ella no se le opone la interculturalidad cómo apuesta del experimento democrático por construir en una Abya Yala multidiversa, el horizonte de cambios sociales seguirá lleno de nubarrones. El desafío debe ser a seguirlos disipando.

Doce días en el Wallmapu 

Doce días no son tiempo suficiente para una visa de turista. Mucho menos para conocer a profundidad la tragedia histórica que sigue padeciendo la Wallmapu.

Doce días no dan para procesar porque en Chile se rompió la tradición histórica de principios del siglo XXI de la construcción democrática en Suramérica, de que a cada cambio político le corresponde una reforma constitucional. Al ser resultado de largos procesos de acumulación histórica, los derechos emergentes pueden avanzar más rápido que la comprensión del momento político. Y viceversa. Si no se producen cambios en la base material del modelo de acumulación energética global, regional y nacional, difícilmente puede llegarse a cambios políticos y constitucionales profundos. 

Todavía hay heridas, tejidos rotos que restituir, en un país atravesado por una historia de dolor y parto de nuevos derechos. También es un país en el que se instala un gobierno progresista que todavía balbucea en (y por) el ejercicio del poder. No sé sabe aún si a la «vieja política con odres nuevos» o en «odres viejos» con intentos de nuevas formas de hacer política aún por emerger. 

Pase lo pase, sea lo que sea, las alamedas seguirán allí, prestas a ser recorridas. Esa historia es la de toda América Latina, que se resitúa y reinventa en cada segundo de la oscuridad del momento político presente. Estructuras, instituciones, burocracia y poses dictatoriales anquilosadas aún no superadas y recalcitrantes, siguen penetrando al Estado.

Quizás Chile sea de los pocos Estados del continente que merezca ser denominado como tal. Hay cosas que se mantienen en el tiempo desde la época de la capitanía. Hay otras, con nuevos rostros y matices, pero el Chile profundo tiene un hilo conductor que lo atraviesa.

El peso del Estado gendarme sigue su curso. Chile se reinventa en medio de los vaivenes de la historia, de su propia historia. Mientras tanto los mapuches resisten. Allí tampoco nada es homogéneo porque los embates coloniales de ayer y de hoy han actuado también de manera diferenciada para fragmentarlos aún más.

Por ahora, lo único cierto es que sus derechos no fueron reconocidos. Pero nada indica que no puedan ser ejercidos. Ya están en la agenda política del momento. La lucha histórica ya tuvo su traducción política. Ahora solo falta su ejercicio jurídico, en los tribunales, pero también en y desde sus territorios y comunidades. La resistencia tiene miles de rostros. Cada cultura es expresión de uno de ellos. Habrá entonces tantas formas de resistir como culturas existan. 

Es el momento de la construcción y profundización del experimento democrático (Wendy Brown) en el continente, está vez desde la interculturalidad pendiente. Chile sigue teniendo el Newen (la fuerza).

Colombia y los nuevos referentes políticos 

Colombia aceptó el desafío. Una oligarquía menos al frente del poder político. Un nuevo discurso se reinventa en el continente, y es el que abre paso a horizontes de resistencia contra el extractivismo perverso basado en un modelo de acumulación energética próximo a cumplir 200 años.

Colombia debe ser el espejo. Venezuela tiene que superar su tragedia histórica con paradigmas basados en los referentes políticos que están emergiendo en la Abya Yala. 

Las constituciones más progresistas de los países amazónicos tuvieron los gobiernos y Estados más extractivistas. Ahora hay que invertir los términos del asunto. El desafío debe ser nuevos derechos en contextos democráticos interculturales por hacer y rehacer.

Como lo advirtió el maestro Pipo Clavero Salvador, arrastrar el derecho internacional de los pueblos indígenas al derecho nacional latinoamericano. Hacerlo desde los sujetos de derechos como actores políticos de su propia historia.

Septiembre – Octubre (12) 2022

Autor

Vladimir Aguilar Castro

Investigador Grupo de Trabajo sobre Asuntos Indígenas de la Universidad de Los Andes

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